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15 de marzo de 2021
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ANGUSTIA, INCERTIDUMBRE Y MIEDO, POR CONTAGIARSE Y CONTAGIAR



UN AÑO DEL ESTADO DE ALARMA

Cuando se decretó el estado de alarma, hace un año, la incertidumbre se apoderó de todos. Nos enfrentamos a una situación desconocida en la que un virus, del que apenas sabíamos entonces pronunciar su nombre, ponía en jaque nuestra salud, la de nuestros familiares, nuestros empleos, la economía, nuestra estructura de vida…

Algunos lo han vivido y sufrido en sus propias carnes, como nuestro compañero Antonio Javier Montero que tuvo que ser hospitalizado por COVID y estuvo más de dos meses y medio de baja.  Su familia también lo ha pasado, aunque de forma más leve. Antonio Javier afirma que no ha sentido miedo, pero “sí preocupación, mucha preocupación y angustia”. Ya recuperado, aún tiene que hacer frente a algunas secuelas que le dejó el coronavirus.

“Sí he sentido miedo”, asiente otro de nuestros compañeros, Jordi Nogueira. “Sin lugar a dudas me contagié en la oficina”, explica Jordi, “tras compartir espacio sin ventilación con una compañera que tuvo que asistir presencialmente al centro de trabajo. El marido de mi compañera resultó inicialmente positivo en la prueba PCR pero no lo declararon positivo confirmado, así que ella asistió y compartimos espacio de trabajo, y dos días después ella ya estaba contagiada”. “Mi reacción fue lógicamente de desesperación” por un cúmulo de circunstancias adversas, lamenta.

Me angustia pensar que “puedo haber sido el responsable o por el menos el portador del ‘bicho’ a mi hogar”, apunta tras indicar que contagió a su mujer, sus hijos y a su suegro. Éste último aún está en proceso de recuperación, ya que con el coronavirus se le complicaron patologías pulmonares previas. Las cosas han cambiado en casa y en el trabajo. Así, a Jordi, Subidrector de oficina, le entristece tener que gestionar la Testamentaria de algún cliente “esa persona con la que has hablado, le has asesorado e incluso compartido risas, y su familiar te dice que ha fallecido por COVID”.

Cristina García también se contagió aunque no sabe cómo ya que “tomaba todas las medidas necesarias”. Eso no impidió que, además, ella contagiara a su esposo, sus hijos y a su madre. Nuestra compañera también tuvo que coger la baja y valora positivamente el apoyo brindado por sus compañeros. Lo peor ha sido “el fallecimiento de mi padrino, el aislamiento total en una habitación, el no poder ver a familiares que viven en otras localidades y la lucha para que hiciesen pruebas PCR a mis contactos directos”. No ha sentido miedo “sí angustia por desconocer qué grado de virulencia podía alcanzar mi infección y si me quedarían secuelas posteriores a mí o a mi familia”, subraya.

“Tenemos que dar más importancia a lo que tenemos, a las pequeñas cosas”, eso es lo que ha aprendido Cristina de este tiempo “para olvidar”. También Antonio Javier que califica este año como una “pesadilla”, se queda con que “la vida es muy frágil”.

Antonio Javier, Cristina y Jordi son solo una muestra de cómo compañeros y compañeras han superado el contagio por COVID. Otros, tristemente, han vivido casos con peor desenlace. Y otros, se reconocen afortunados porque no se han contagiado.

Seguiremos informando.

#somosFINE


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