Una particularidad de las firmas españolas es la alta necesidad de circulante
La construcción, comercio minorista o industrias renegocian su deuda
El vuelco en la economía contribuye: inflación, BCE y menor demanda
El deterioro económico ha vuelto a poner en escena las reestructuraciones financieras en España. La inflación, la reducción de los márgenes, los costes energéticos o las subidas de los tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE) han contribuido a su reactivación tras un periodo de gran liquidez que comienza a mermar. Además, en el mercado nacional, estas operaciones han estado en pausa por la cantidad de recursos que las empresas han tenido a su disposición desde la pandemia y debido a la moratoria concursal. Los expertos consultados por elEconomista.es ya perciben una mayor actividad en las renegociaciones de deuda, cuyo papel es más secundario en momentos de bonanza. Aunque este periodo de mayor intensidad no va a abocar a una cascada de concursos de acreedores, la necesidad de refinanciación dependerá de la duración de la crisis.
"El incremento va a ser muy notable porque el nivel de partida es el más bajo de los últimos tiempos debido a todas las medidas de soporte (ICOs, SEPIS, Cofides, moratorias)", explica Ignacio Marqués del Pecho, Socio de Debt Advisory & Restructuring de Arcano Partners. Para esta firma, el verano supuso un punto de inflexión, cuando finalizó la moratoria concursal, y desde el último trimestre de 2022 ya notan una mayor demanda de reestructuraciones de compañías en situación de distress (con dificultades financieras) que necesitan ajustar su estructura de capital.
El socio de Arcano considera que se dará un aumento "notorio" durante la campaña de resultados, cuando las empresas presenten sus cuentas del ejercicio pasado y se evidencie el deterioro de la actividad económica en los beneficios operativos (Ebitda).
Precisamente, entre las compañías que necesitan refinanciarse destacan las que tienen márgenes estrechos. Si su caja va justa y la deuda se encarece, la capacidad de hacer frente al crédito se complica. Como también es lógico, un elevado apalancamiento no juega a favor. Ante una situación de este tipo, con menor entrada de efectivo y más gasto, una solución sería trasladar los costes a los consumidores. Sin embargo, esta posibilidad está limitada por la elevada inflación a la que ya están sometidos los hogares. "La generación de caja no variará si son capaces de trasladar estos, y otros incrementos, al consumidor final, lo cual, considerando los niveles de inflación actuales y la normalización de la política monetaria, parece difícil", señala Luis García, socio de KPMG Funding.
A nivel global, el Ebitda del conjunto de las empresas no financieras subirá un 1% en caso de recesión suave, según las perspectivas de deuda de S&P Global Ratings para el año en curso. Supone un bajón importante desde el periodo comprendido entre 2005 y 2022, cuando, de media, el beneficio operativo ha crecido un 17,6%, según los mismos datos. En todo caso, que los márgenes suban un 1% no es una cifra tan negativa como la que suele darse durante momentos de crisis, cuando las caídas oscilan en torno al 16%.
Alta necesidad de capital circulante
En concreto, en el caso de las empresas españolas, una de sus particularidades es la alta necesidad de capital circulante -el dinero que tiene una empresa para sus operaciones cotidianas, como pagos a los proveedores o cobros a los clientes-. Es habitual que las pequeñas y medianas empresas (pymes) recurran a crédito para asegurarse esta liquidez, lo que las hace depender de financiación para su día a día. "Vemos muchas empresas que estando muy sobre apalancadas necesitan incrementar sus líneas de circulante por efecto de la inflación y el incremento en la base de coste y venta. Incrementar la deuda bancaria, en una situación de sobre endeudamiento y con caídas de Ebitda solo es posible a través de una transformación de la estructura de capital", apunta García.
"En función también del tipo de deuda que tengas, del producto, tendrás más o menos posibilidades de refinanciar. Entonces, la pyme está muy impactada por esto, por el producto. Hay mucha deuda de circulante cortoplacista que, además, tiene garantía estatal, y ahora mismo, según está la legislación, cuesta reestructurar a una velocidad adecuada", explica Pablo Simón, socio del área de Debt & Restructuring de BDO. En España, el 99,82% de las compañías son pymes, según los datos de 2022 del ministerio de Industria, Comercio y Turismo.
En apenas 12 meses, los tipos de interés bancarios para empresas españolas con créditos renovables y descubiertos, habituales en las pymes, se han multiplicado por 1,6 veces, según los últimos datos de Eurostat. En esta categoría, los tipos han pasado del 1,52% en noviembre de 2021 al 2,51% en noviembre de 2022, fecha hasta la que está actualizada la base de datos (lo que deja fuera el impacto del último ajuste del BCE). Por otra parte, la evolución en los costes de endeudamiento muestra cómo las compañías de nuestro país han reducido significativamente su apalancamiento desde 2010. Esto supone que los balances de las firmas están mucho más saneados que en la época de la crisis financiera.
Actualmente, las firmas de materiales de construcción, las constructoras, inmobiliarias, el comercio minorista y las intensivas en energía o industriales son las que más tienen que renegociar su deuda, según los expertos consultados. "Si eres un proveedor con altos costes energéticos, la típica empresa industrial que vende productos a un minorista que no puede, a su vez, repercutir los precios, esa va a sufrir. Hemos hecho ahora dos o tres reestructuraciones en industriales", cuenta Simón. Estas operaciones han sido exitosas porque los bancos están abiertos a renegociar la deuda, sobre todo, cuando las compañías que buscan reestructurarse tienen flujos de caja positivos antes del servicio de la deuda, explica.
Otro caso en el que pueden verse reestructuraciones son las promotoras. En ocasiones, estas venden sobre plano, a precio cerrado, y a la hora de entregar las viviendas, han subido los costes de aprovisionamiento, de materiales y de financiación, pone como ejemplo Guillermo Prada, socio de PradaGayoso. En este caso, tampoco se pueden trasladar los costes al cliente final, algo que tiene que absorber la compañía en detrimento de su beneficio operativo.
En ese lapso de tiempo, desde que se proyecta hasta que se hacen las entregas de vivienda, el contexto económico puede cambiar sustancialmente. Son empresas que iniciaron proyectos en plena recuperación económica y en periodos de abundante liquidez que, unos meses más tarde, se enfrentaban a una disrupción del mercado energético global, a la inflación y a los bancos centrales. Este vuelco en las condiciones económicas ha contribuido a que haya un repunte de las operaciones de renegociación de deuda y menos compraventas corporativas.
"Hay que tener en cuenta que, en los dos últimos años, por un lado, estaba vigente la moratoria concursal, y por otro, se ha inyectado mucha liquidez institucional al mercado para paliar los efectos del coronavirus, fundamentalmente. Hay deuda cuyos primeros vencimientos ya se han producido, y algunas compañías no se han recuperado lo suficiente para poder atender los calendarios pactados en el momento de la concesión", apunta el socio de KPMG Funding.
S&P Global da por concluida la era del dinero barato y constata un cambio de tendencia. Después de la crisis financiera, el endeudamiento de las empresas a nivel global volvió a incrementarse mientras descendía la calidad del crédito. Sin embargo, la inflación está cambiando este panorama y, entre otras cuestiones, se está fomentando, de nuevo, el desapalancamiento.
Ahí entran las subidas de tipos del Banco Central Europeo (BCE), que ha elevado el precio del dinero al 2%. Pero todavía quedan más ajustes, el de febrero y el de marzo, que pueden llevar ese porcentaje al 3%, según lo anticipado por Christine Lagarde. "No creo que, aisladamente considerada [la subida de tipos], sea un factor que desencadene reestructuraciones en empresas que, por lo demás, estén bien. Siempre hay otros elementos que originan ese problema", matiza Prada.
Hasta ahora, la presión crediticia todavía no se ha trasladado a los datos oficiales, pese a que los despachos, consultoras y asesores financieros ya ven un repunte en las renegociaciones de deuda. Paralelamente, las entidades suelen llevar cierta demora en la publicación de las cifras. Hasta el tercer trimestre de 2022, la ratio de préstamos dudosos descendió cuatro centésimas, hasta el 2,63 %. Por otra parte, la morosidad de la banca retrocedió del 3,77% en octubre al 3,68% en noviembre, lo que no refleja todo el endurecimiento monetario del BCE, a falta del ajuste de diciembre. Algunas previsiones apuntan a que las ratios de mora comenzarán a subir en el segundo trimestre de 2023.
Precisamente, los expertos condicionan las reestructuraciones financieras en España a la duración y la profundidad de la crisis. Cuán persistente sea la inflación, hasta qué punto se eleven los costes de financiación o cuán pronunciada sea la destrucción de la demanda, algo que irá cristalizando en la primera parte del ejercicio. De momento, las situaciones de peligro no son masivas, ni tampoco habrá una ola de reestructuraciones como la de la anterior crisis. Además, ya hay una gran experiencia en este tipo de operaciones y hay más flexibilidad en el mercado, especialmente, en los fondos de deuda.
"La pyme siempre ha estado muy centrada en el activo y, realmente, eso es lo importante, invertir, crear nuevas líneas de negocio, geografías, productos, etc. Pero también ahora tienen que ponerse y poner mucho foco en el pasivo y en optimizarlo. La buena noticia es que hay muchísimas opciones: los bancos, los fondos o proveedores privados de deuda", zanja el socio de BDO.